Como la mirada de un niño chocando con algo
asombroso, así la palabra del pensador Antonio Hernández-Sonseca al escribir
del cine y sus inicios imbricándolo al cine sobre Jesucristo a lo largo de una
extensa y compleja filmografía.
Los films se dan la mano de forma conveniente;
marcan el carácter de cada uno de los productores y directores, desde cuando el
Séptimo Arte iniciaba su andadura buscando sus reglas universales hasta las
composiciones últimas.
Desde Verdi a Palestrina y Bach; de Pasolini a
Manoel de Oliveira o Ernst Lubitsch; del Greco a Zurbarán y Caravaggio; de
Hegel a Unamuno y Dietrich Bonhoeffer… este concierto final solemne nace de la
batuta demiúrgica del autor.