La Editorial
Porque no y porque sí (A modo de presentación...)
La editorial CELYA es una sociedad cultural creada a medidados de mayo de 1992.
Un día tomaba unas notas en una cafetería cuyos cristales miraban un mirador que daba al río Duero a su paso por Zamora, con miras a introducirles en qué consiste CELYA y los proyectos que pretendemos desarrollar desde aquí... La cosa iba de mirar para que ustedes viesen. La cosa iba de mirar para elaborar con orden las ideas y la memoria de modo que crease un hilo conductor que sirviese de engranaje en esta presentación. De algún modo debía rodar y rodar y elaborar un texto que funcione como nexo, en una conjunción que nos ha hecho coincidir en este tiempo y en este espacio.
Parecía fácil. También parecía difícil. Dudaba. A veces, casi siempre, el dudar es una continua duda. Llamé por teléfono a un psiquiatra de urgencias sociales. Vete a los orígenes, me contestó. Luego, colgó el teléfono. El muy cabrón siempre me dice lo mismo para no equivocarse. En un principio pensé que me mandaba a freír gárgaras... Luego, tras unos instantes de pensar en rayos, truenos y centellas, me lo tomé al pie de la letra y me fui a los orígenes.
No están muy lejos: Incluso, mucho más cerca que Atapuerca. Sólo dos años. Era mayo; era el mes de mayo, el mes que más inspira a las alergias, a las migrañas ciclotímicas, a los gusanos de seda, al polvo enamorado y a los poetas hipocondríacos.
Recuerdo que nos juntamos en un par de bancos de una plaza pública de Salamanca. Éramos un grupo de gente heterogénea a los que nos había reunido la Vía de la Plata, el Camino de Santiago, el Canal de Castilla, el azar universitario y nuestra circunstancia. Todos nos dedicábamos al acto de crear: Narradores en periódicos provinciales; mulatos de blancos literarios con firma y fama; pintores con música, con musa, con inspiración, con transpiración y con ideales; una ilustradora especializada en suicidas; un tocador de guitarra y antiguo tuno charro; una escultora japonesa minimalista; un filósofo portugués que sólo viste de negro y que entonces pensaba con el bajo vientre y varios poetas de esos que están siempre en ciernes de inexistirse.
Por esas fechas todos rondábamos la treintena o más. Por esas fechas estábamos a punto de casarnos con la vida o de divorciarnos de los excrementos del mundo. Por esas fechas estábamos a punto de ser y de no ser. Alguien dijo una vez que en España sólo se perdonan las faltas que se cometen de cintura para abajo. Aún así, allí estábamos nosotros a puntito de crear a C.E.L.Y.A.
Creo que pasó ante nosotros un niño subido en un patinete; de esto no me acuerdo bien. Posiblemente fuesen dos niños con dos patinetes. También se dejaron ver un grupo de turistas orientales, una nube accidental, una pareja de guardias urbanos y un perro sin collar y sin adrenalina. Ah!, también una señora cuarentona haciendo footing. Una cigüeña crotoraba junto al reloj de la catedral. Todos mirábamos a todo. Esto sí. De esto creo que sí estoy segura.
Alguien dijo, no recuerdo quien: ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? Yo miraba una gárgola andrógina que nos miraba desde un lateral de la catedral. Rodaban nuestras mentes como sin engrasar. Nos entreteníamos allí, siguiendo su mirada y nuestras huellas, andando y andando el camino que nos llevaría al origen del Centro de Estudios Literarios y de Arte de Castilla y León.
Nos recorrió un escalofrío. Deseo que se pongan en nuestro pellejo. Así fue nuestro principio; un inicio colectivo y participativo. Estábamos a punto de estar cerca de nosotros. Lo teníamos en la mente, en las circunvoluciones de nuestras sesadas, en nuestro punto de mira. Nos miramos atónitos, porque así fue como creamos esta sociedad que ahora presentamos.
Celia Bermejo