Para la autora éste es su cuarto libro en "formato haiku". Es el té, la bebida sagrada de los dioses japoneses, puesto que a quienes lo ingerían les confería la inmortalidad tras su sagrada unción.
Tras un prólogo de Kikú Otsuyi, la autora desarrolla en su exquisita personalidad la emotividad, el buen hacer poético y el conocimiento de una cultura y de una lengua milenaria.