Antón de Goa,
apodado el Loro, fue el único toledano que formó parte de la expedición que
culminó Juan Sebastián Elcano el 6 de septiembre de 1522. Con un sueldo de ochocientos
maravedís por mes, tuvo a bien embarcar, como grumete, en la nao Trinidad
capitaneada por Fernando de Magallanes.
Con ocasión del
quinto centenario de la circunnavegación, es de justicia rescatar la memoria de
quien poco o nada se sabe más allá de su inscripción en la lista de
expedicionarios. La presente crónica recrea, a ojos de los autores, el destino
que Dios pudo conceder al bautizado en la toledana parroquia de Santa Leocadia y
criado a la sombra de membrillos.