Escribe en el prólogo Manuel Palencia: "...imagino a estos ángeles caídos observándonos de reojo, en silencio, con una antigua pena cuajada en el corazón; caminando por la calle sin rumbo y reconociéndose cuando se cruzan entre sí, para bajar luego los ojos al suelo...
...Enrique Galindo ha excavado en la tierra, en el hombre, en el lenguaje del hombre. Ha convertido sus palabras en un idioma etéreo pero accesible, existencial, a veces urbano, a veces de cielo abierto. La indagación de estos versos nos conmueve medular e instintivamente, siguen un rastro sospechado y oscuro que..."
ÁNGELES AL DOBLAR LA ESQUINA
Sales de casa soñando un ángel,
tierno y árpero como brasa de hielo.
Doblas la esquina.
Hay un hombre derretido
en la cera de sus manos.
Sales de casa soñando un hombre,
también un alma grande de fuego.
Doblas la esquina.
Hay un ángel de hielo
derritiendo las esquinas.