Os hablo
de un fragor astilloso dentro de los cerezos.
Os hablo
de un fragmentado estruendo
en la columna vertebral del mar.
Os hablo
de una deflagración chirriante
en las abrazaderas de los cerros.
De un bramido pavoroso
en el fondo del tiempo y de la luz,
en el fondo del aire,
en el fondo del sueño
sin fondo de las noches.
Y os recuerdo que la aurora y el ocaso
son dos lagunas púrpuras
por las que flota el eco de la crepitación.
Venid.
Venid a mí
y os mostraré el rugido del polen y la nieve.