LE POÈME DU VIEUX MEUBLÉ

Jesús Gaspar, olvido el Alcubilla que él mismo ha obviado, lanza en este “poème”, en el escenario de un viejo mueblé una poética a sangre caliente, así en bruto, directa y no quiero aventurarme a afirmar si antiartística y reparadora, que arranca de una escisión. ¿Una poética del desamor? ¿Una poética del desenamoramiento? ¿Una poética del abandono, del latigazo emocional del objeto amoroso? ¡Qué importa, si el poeta ha sido capaz de reflejar con la fuerza de la palabra y la construcción de su textura sintáctica y significativa un mundo posible, probable y hasta familiar en la carrera de la vida! El “dolorido sentir” o “los versos más tristes de esta noche”, toda una tradición creadora que bebe en las alas de Eros cuando buscan otros aires y dejan tristes los cierzos de nuestros “meublés”.

El amor, en su sentido más carnal, tortuoso y atormentado. El amor de la carne, que tienta “con sus frescos racimos”, pero, antes que nada, el amor que fue, vengado en el viejo meublé, marchito por la tormenta, que desgaja las manos amorosas buscando en el vacío. Pero lo importante para la poesía es cómo el autor ha logrado captar la degradación de lugares, tiempos y personas y cómo la experiencia deja un poso en el fondo del ser que acaba en regustos contrapuestos, pues frente a la excitación sensorial del momento puede acabar por imponerse la amargura del futuro, que, eso sí, no todos saben convertir en experiencia poética, que es lo mismo que experiencia de vida. Un vistazo al léxico da más pistas de las que el autor puede creer. No sólo es la claridad del léxico, también la sugerencia de la construcción sintáctica, del ambiente e incluso del acento, porque éste es una herramienta que nunca falta en el arte. Pero la claridad de la palabra acaba en la sordidez del ambiente en el que se sitúa y nos sitúa... Por Silvano Andrés de la Morena.